jueves, 28 de octubre de 2010

Presentación de Chéjov comentado en Madrid



Sergi Bellver y Nevsky Prospekt nos presentaron el otro día el libro Chéjov comentado, en Tipos Infames (que mezcla galería de actividades culturales, librería y cafetería-vinoteca), en el que encontramos 16 cuentos traducidos directamente de la edición de las obras completas de la Academia de Ciencias de Moscú manteniendo el estilo sobrio con que originalmente se escribieron.
La selección de cuentos, que ha evitado repetir cuentos incluidos en las antologías publicadas en el 2004 y 2005 con motivo del centenario de la muerte de Chéjov, ha corrido a cargo de Sergi Bellver y James Womack y alterna cuentos largos y cortos (7 a 20 páginas) de 1882 a 1898. Ello nos permite comparar cuentos de la etapa de crecimiento previa a que Dmitri Grigorovich le animara a escribir cuentos serios con los cuentos de su madurez como escritor.
Los cuentos de Chéjov reflejan el alma rusa y la preocupación por la gente que sentía, dejando un poso de denuncia por debajo de lo que se ve a primera vista, con muchos actuando de espejo de personajes miserables a los que el lector no quiere parecerse.
De entre los cuentos seleccionados por el editor, 16 personas afines a la obra de Chéjov eligieron aquellos que mas representaban para ellos con la intención de crear una complicidad que traspasase el papel. Las visiones de los comentaristas son tan variadas como sus procedencias -eslavistas, poetas, cuentistas-, y muestran la libertad con que fueron creadas, aunque, al situarse tras el cuento y no antes, no condicionan al lector ni le anticipan hechos que puedan fastidiarle la lectura a quien se acerque por primera vez a Chéjov.
Sergi nos comentó que eligió Nevsky por su visión no trillada de la literatura rusa, y Nevsky aprovecha la edición para inaugurar una nueva colección que ayude a comprender la literatura rusa desde otras culturas: las nuevas perspectivas. La publicación coincide además con el 150 aniversario del nacimiento de Chéjov.
A Chéjov, que bebió de Maupassant y Tolstoi, se le considera uno de los primeros escritores de cuentos contemporáneos, siendo inspiración para Carver (que le homenajeó en Trece rosas amarillas) y Cheever.

Lucia
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jueves, 21 de octubre de 2010

Feria del Libro de Frankfurt: Estuvimos alli



Con Manuel Cortés me une un afecto muy especial. No hemos coincidido demasiado, pero le tengo un enorme afecto. Entrar en sus libros es tropezarte con un alma buena, con una de esas personas  que  pese a todas las tragedias  que nos rodean, nos devuelve la esperanza  en el ser humano. Hace unos meses me contó  ilusionado que iba como representante de la Asociación de Escritores Aragoneses a la Feria del Libro de Frankfurt. ¿Quién mejor que el para representarnos?. Me siento orgullosa de que alguien como él represente a la cultura y el amor por la palabra y la literatura de nuestra Comunidad y de nuestro país. Generoso como es, me ha permitido apropiarme de sus palabras  para transmitir su crónica desde  primera fila. Estoy segura que los alemanes y a través de ellos el mundo habrán descubierto gran escritor y una mejor persona.

La Feria del Libro de Frankfurt recuerda a una gran ciudad; con sus barrios (los halles), tantas calles, cada casa (los stands)... Como cualquier núcleo urbano que se precie disfruta de miles de servicios: gimnasio, peluquería, supermercados, equipo sanitario. Y por supuesto también tiene habitantes: editores, escritores, agentes literarios, libreros, distribuidores y un sinfín de sujetos vinculados al libro hasta llegar al más importante de todos: su lector.
Durante una semana me he sentido ciudadano en esos lares. Allí he visitado casetas, conocido a personas ciertamente interesantes, aprendido lo indecible de un sector que me apasiona. Allí estaban autores de primer nivel como Ken Follett, Günter Grass, David Grossman, Bret Easton Ellis, Jonathan Franzen, Ildefonso Falcones… Desde mi condición de aprendiz he vivido una experiencia de maestro en la que sólo faltó esa foto a su lado inmortalizando mi presencia. Pero sus prisas, la multitud, mi excesiva prudencia y el ritmo que impone esta urbe lo hicieron imposible.
Me encantaron las actividades del pabellón de Argentina (país invitado de honor en la Feria), la presentación en el stand mexicano de su Feria de Guadalajara, la ovación del sector hispanohablante al recibir la noticia del Nobel para Vargas Llosa y, por supuesto, la recepción del Instituto Cervantes al mundo editorial en español.
Además de la más importante del mundo, la Feria del Libro de Frankfurt presume de ser la más antigua, datando sus orígenes del siglo XV, cuando Johannes Gutemberg inventó la imprenta a pocos kilómetros de la ciudad. En las 62 ediciones de su era moderna la Feria ha crecido de manera exponencial, presentando un balance de vértigo: casi 7.000 expositores de más de cien países, cerca de 300.000 visitantes, unos 12.500 periodistas acreditados, 1.300 traductores, en torno a 3.000 eventos… Sin embargo, al margen de las cifras, lo mejor de mi visita estuvo en su lado humano.
Como he venido expresando en los distintos medios con los que colaboro, me encantó la ilusión mostrada por la delegación de Argentina, desde su condición de país invitado de honor. De allí vinieron más de 60 escritores, una nutrida representación editorial, aproximadamente 300 actos, una sesión de tango… Siempre cuidando los detalles para que todo saliera bien. En sus tertulias literarias abordamos muchos temas: la Literatura en tiempos de su dictadura, la actualidad editorial en español… Y uno que particularmente me apasiona: la narración oral, que por algo sus cuentacuentos están entre los mejores.
En el stand de Chile hablamos de otros asuntos, incluyendo el deseo unánime de que el rescate de sus mineros saliera bien. Con los representantes de México charlé sobre mi último libro (Mi planeta de chocolate) y distintas anécdotas relacionadas con los llamados Niños de Morelia. En el portal de Costa Rica compartí las vivencias de mis estancias allí, junto a cada relato que he escrito al respecto. Y así, caseta a caseta, país a país, fui llenando mi carrito de notas, amigos e ilusiones con la intención de volver a encontrarnos… Tal vez en otro sitio, puede que en otra Feria, quizás en otro libro.

En definitiva, un viaje a esa ciudad donde los sueños tienen forma de libro, que guardaré en la memoria de mi corazón. Vielen dank! 

Manuel Cortés Blanco
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martes, 19 de octubre de 2010

Hispacon 2010


La Hispacon es el Congreso Nacional de Fantasía y Ciencia Ficción que se celebra anualmente desde 1991. En este congreso se reúnen, bajo la supervisión de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT), aficionados, estudiosos y autores de la ciencia ficción, el terror y la fantasía.
En la Hispacon se celebran diversos actos tales como conferencias, mesas redondas, charlas y exposiciones de temas relacionados con la literatura y el cine fantásticos y de ciencia ficción y del terror. Este año se ha celebrado en Burjassot (Valencia) entre el 9 y el 12 de octubre, ambos inclusive en la Casa de Cultura.
Como el año pasado, que fue en Huesca, he acudido para ver a los escritores que leo a lo largo del año y con los que mantengo contacto así como para poder hablar de proyectos y temas varios con mis amigos de Ociozero, Sedice o SevillaEscribe y pasar unos días en agradable compañía hablando y tratando de mejorar el mundo del fandom. Charlas que van desde las mujeres en el mundo del fantástico a presentaciones de libros (Los Siete secretos del Mundo Olvidado de Magnus Dagon, Necróparis de Fernando Cámara y así hasta otras 40 novedades) pasando por la presentación de nuevas editoriales (NGC Ficción o Torre de Marfil) y que ponen el marco de unos días en los que los amantes de estos géneros que acuden a ellas pueden intercambiar experiencias y opiniones sobre diversos temas.
Se aprovecha también para en una Cena de Gala dar los premios Ignotus (http://hispacon2010.blogspot.com/) en diversas categorías, así como los premios Nocte, que este año han traído a David Monteagudo a la cena (persona agradable y llana además de muy tímido con quien compartí mesa y mantel). Con su novela Fin ganó el premio a Mejor Novela Nacional mientras Una Oración por los que Mueren de Stewart O´Nan lo hizo en la categoría Internacional. Como Mejor Relato Nacional quedó El Laberinto de la Araña de Jose Miguel Vilar-Bou (publicado en la Antología Calabazas. Arañas y en Cuentos Inhumanos) y el Relato Extranjero fue para Dan Simmons y su La Foto de Clase de Este Año (publicada por Minotauro en la Anoltogía de Zombies de John Joseph Adams).
Si ya el año pasado me quedé con una agradable impresión de la gente y el ambiente, no está de más decir que este año se ha visto superado, máxime cuando ya son muchas las personas que asisten con las que a lo largo del año mantienes contacto y por lo tanto he aprovechado para vernos en persona. Más allá de eso, las comidas / cenas, cafés y cañas que se toma uno en los descansos hacen que se pueda seguir en un ambiente de camaradería deshuesando el último libro leído o comentar qué está escribiendo cada cuál. Y como lector, se queda uno con cara de admiración escuchando como hablan cada uno de lo suyo y lo ponen en común. Soy feliz por eso, porque luego esa energía la puedo leer.
Este año ha acudido como invitada especial Laura Gallego, que además de firmar ejemplares de sus novelas estuvo participando en la mesa redonda de las mujeres en el fantástico. Y ni que decir tiene, que tuvo que hacer muchas firmas, ante la cantidad de fans que allí se reunieron para ello.
Ahora ya a esperar la del próximo año, pero mientras tanto tendremos de aquí a unas semanas el Liter Imaginarius, que como siempre, se celebra en Huesca y este año se dedica a Richard Matheson. Nos vemos.

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sábado, 16 de octubre de 2010

Un payaso ruso...








…Coloca el saco en el perchero y luego el sombrero, estira el saco y lo acomoda, le quita el polvo mecánicamente, para hacerlo mejor mete su mano en el traje, cuando observa la palma de su mano cambia la música, mira la palma de su propia mano como si fuera de otro, extrañado, con la boca abierta, mira hacia el sombrero y no hay nadie, parece tener un poco de miedo y precaución a lo que le fuera a hacer la mano; la mano (ya que desde que la introduce en el traje pasa a ser “la” mano y no “su” mano) le gira el rostro para que mire el rostro que no tiene, solo hay un sombrero, pero él sonríe con una alegría nostálgica, él sabe que no hay ahí nadie más que él, cuando digo él me refiero al payaso y no al actor, y cuando digo ahí me refiero al escenario y no al teatro, pero a su vez él no está, el payaso mira el rostro que no tiene el traje y sonríe, es partícipe de que se está engañando, es consciente del juego y las reglas a las que se somete, él podría sonreír de otra forma, como si mirara un rostro y se sonrieran mutuamente, pero no sonríe así, lo hace apenas, casi como si no sonriera, le muestra el cepillo, ¿a quién?, ¿a nadie?, mostrar el cepillo es un “mira estoy haciendo esto”, la mano le quita el cepillo y lo acicala, él cierra los ojos, se desvanece alejándose un poco del traje, e inmediatamente abraza al cuerpo que no tiene esa mano que lo acicala, como si fuera alguien más, lo reconoce y se reconoce, creo que esta actuación me atrae porque él parece no querer convencer al espectador de su engaño, sino que él quiere creer en su engaño, pero no como un deseo, diría que resignado de que su deseo no se va cumplir, me da la impresión de que es un movimiento infinito donde él quiere hacer creer que desea caer en su engaño, en un engaño en el que ya aceptó que no puede caer, por más que quiera. Es uno y otro y nadie en un solo instante. La mano deja de acicalarlo y suelta el cepillo y lo abraza por unos segundos, sube sus dedos hasta el hombro del traje, el traje es más grande que él, la cámara no me ha permitido ver la escena en un plano completo, la mano deja de abrazarlo para darle una carta, como no puede meter la carta en el bolsillo, él abre los ojos y la ayuda, la mano lo ayuda con su traje, él quita la carta de la mano y logra meterla en su bolsillo, cierta angustia, un vaivén de acción y una desesperación mutua por guardar la carta, tras hacerlo se vuelven a abrazar, este abrazo es muy diferente al primero, es el mismo traje, el mismo payaso, la misma mano, pero este abrazo es más fuerte e impulsivo, él nuevamente cierra los ojos, no sé si para el payaso la cabeza imaginaria de la mano cierra los ojos como él o los mantiene abiertos, esta vez el abrazo dura menos, ha sido una despedida, del otro, de él, de nadie… El pitido del tren que está por salir los ha sacado del trance, ambos muestran el dorso de la mano, retira su mano del traje que sigue colgado en escena, va hacia su maleta, se detiene, se da la vuelta para mirar el traje que ocupaba, el tren sigue llamando, alza su mano para despedirse y el traje vacío alza una manga. Si bien creo que el payaso no ha querido convencerme de que se ha engañado a sí mismo, ha hecho un truco para hacerme creer que el traje vacío tiene algo de movimiento, de vida, de voluntad, incluso sin la mano que se la dio durante algunos segundos, lo cual me hace creer que el payaso quiere que imagine que el traje ha sido poseído por alienígenas, los rusos son muy raros…

  eee
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jueves, 14 de octubre de 2010

Teatro clásico sin complejos


Que te pregunten por el libro que estás leyendo parece ser algo inocuo y sin mayor trascendencia. Pero es una pregunta que puede resultar embarazosa cuando la respuesta es La dama boba de Lope de Vega o Los Menecmos de Plauto. Ante estos títulos, las reacciones suelen ser un largo e incómodo silencio y cara de circunstancias por parte del interlocutor. Si hay la suficiente confianza, vendrá a continuación la pregunta inevitable de: “¿Y por qué?” Al parecer es inconcebible que alguien vaya a emprender la lectura de las obras teatrales clásicas por pura afición o curiosidad. Y sin embargo, es algo que ocurre más a menudo de lo que pudiéramos sospechar.

En el foro existen dos miniclubs activos en torno al teatro clásico: uno sobre teatro grecolatino, que lleva más de un año funcionando y sigue adelante sin problema alguno de falta de participación; y otro sobre teatro español del Siglo de Oro, que igualmente goza de una estupenda salud participativa. Los integrantes de estos miniclubs son todos gente normal, en apariencia al menos, que lee estas obras por puro interés personal y no por motivaciones académicas. Y gente que la mayoría de las veces disfruta enormemente de su lectura, algo inaudito en unos tiempos en los que hay que proteger a la juventud de un contacto demasiado precoz con la literatura de calidad para evitarles traumas vitales.


¿Qué tienen entonces que ofrecer estas obras teatrales clásicas para ser capaces de atraer a lectores voluntarios de a pie? Pues seguramente lo mismo que ofrecieron en su momento al público que iba en masa a presenciar sus representaciones escénicas, y que es algo heredado por sus sucesores de la actualidad, las series de televisión. Son obras que apelan a la naturaleza humana más universal y atemporal, los sentimientos básicos de amor, odio, amistad, celos, honor, envidia y ternura. Sentimientos ejemplificados por personajes de una pieza que permiten su reconocimiento instantáneo y que se ponen a prueba en situaciones escénicas que van a mantener sin esfuerzo la atención del lector hasta la resolución final de la trama.

Estas obras tienen además una gran ventaja sobre la mayoría de las series televisivas: están estupendamente bien escritas, construidas y dialogadas, y son un halago y no una afrenta a la inteligencia del lector. Así que hágase un favor y consuma más teatro clásico. Y cuando le pregunten qué lee, dígalo con la frente muy alta y sin rubor alguno.
Carmen Neke
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miércoles, 13 de octubre de 2010

Fira del llibre d’ocasió antic i modern



En pleno Paseo de Gracia, durante un par de semanas, a parte de las habituales tiendas de marca y joyerías con precios desorbitados, nos encontramos con una pequeña gran sorpresa para los amantes de los libros. Se trata de la Fira del llibre d’ocasió antic i modern, que este año celebra su 59ª edición.
Arrancando ya a la altura de Plaça Catalunya, y durante cuatro o cinco manzanas, vamos encontrado distintas paradas de librerías de todas partes del país. Desde una librería especializada en primeras ediciones, donde la más económica puede salir alrededor de unos 500 euros, hasta librerías de viejo, con montañas, literalmente, de libros de lo más variopinto y con precios que van desde la ganga hasta los marcados por el mercado y que podrías encontrar en cualquier librería por un libro recién salido de imprenta. Abundan las ofertas de 3x2, los libros a 5€, y las ediciones de bolsillo, aunque eso no significa que no puedas encontrar otros precios u otros tipos.  
Yo fui ya en la recta final de la Fira, cuatro días antes de que finalizara. Serían las dos y media o las tres de la tarde, no había excesivamente gente por la calle, llevaba veinte euros en metálico, un bolso grande, y una cantinela en mi cabeza que me había ido repitiendo durante el trayecto hacia allí para concienciarme de no comprar nada que no me pareciera realmente un chollo, y, claro está, no excederme de ese presupuesto que llevaba en el monedero.
Al llegar a la primera parada, ese olor tan característico de los libros viejos impregnaba toda la parada, y era realmente imposible reprimir una media sonrisa de complicidad hacia el ambiente, hacia los libros allí expuestos. Pensé que, como era muy temprano y tenía toda la tarde libre, lo mejor sería primero pasearme por todas las paraditas y echar una ojeada, y luego, al deshacer el camino andado, irme parando para comprar lo que hubiera visto que me interesaba. Además, tenía en mente hacerme con algo de Max Aub, (para aquellos que no lo sepáis, desde hace bastante tiempo mantengo un precioso e idílico romance con la literatura de este buen señor).
Tras mirar un poco por esa primera parada, comprobé que la mayoría de libros allí  expuestos no acaban de interesarme, y, quizás porque la tenía justo delante, me puse a hojear una Breve historia de la literatura española.
- Este que estás mirando vale 12 euros - dijo una voz que se había personificado a mi izquierda.
Miré al hombre en cuestión, un tipo bastante normal, ni alto ni bajo, más bien fuerte que delgado, con el pelo negro y rizado, de unos cuarenta años de edad, y le sonreí mientras asentía, dándole de ese modo las gracias por la información. Él, que supuse que sería el encargado de la parada, no pareció satisfecho con mi gesto, y siguió allí plantado. Siempre me ha molestado un poco eso de que me observen tan detenidamente mientras estoy mirando algo que quizás vaya a comprar, o quizás no, así que empecé a sentirme ciertamente incómoda, y seguí con la mirada fija en las páginas del libro que tenía en las manos, fingiendo un gran interés por aquellas páginas, aunque en realidad ni siquiera estaba prestándoles verdadera atención.
- ¿Buscas algo en particular? – preguntó, dirigiéndose de nuevo a mí.
- Pues no, gracias, sólo estaba mirando… - le dije en tono amable, esperando que eso fuera suficiente para que centrara su atención en cualquier otro posible comprador.
- Ah, vale, pero si quieres cualquier cosa y no la ves, no tengas apuro en preguntarme, eh –  me respondió sonriendo.
En ese momento se me encendió la bombilla, y el nombre de Max apareció en mi mente.
- Bueno, sí, ahora que lo dice… ¿No tendría por casualidad algo de Max Aub?
El hombre pareció  sorprenderse en un primer momento, y luego me sonrió de una forma que en ese instante no supe interpretar.
- Sí, pero no es lo que estás buscando, no te interesará.
En ese momento identifique esa mueca con una descarada suficiencia que hirió un poco mi amor propio, y con un tono más duro del que hubiera querido usar le pregunté sencillamente que por qué.
- Porque es una primera edición – me respondió con esa misma sonrisa.
Le miré perpleja unos instantes, y en seguida le pregunté con una chispa de fascinación en los ojos si podía verla. Él se lo pensó unos segundos, y luego me dijo que sí, claro, faltaría más, y se dirigió al interior del mostrador, donde estuvo unos minutos rebuscando. Mientras, yo iba pensando de qué primera edición se trataría y cuánto podría costar. Por mi poca experiencia en ese sector, imaginé  que rondaría quizás los 100 euros, como mucho, y que quizás, si era una buena primera edición, podría hacer un esfuerzo económico y plantearme la posibilidad de adquirirla… Estando yo en esas cavilaciones, el hombre me silbó desde el otro lado del mostrador, y me indicó  que pasara. Yo, muerta de curiosidad mal disimulada, me acerqué  a él, y vi como desenfundaba de un plástico transparente una edición de Espejo de avaricia, Valencia, 1927. Tenía el mismo aspecto que los facsímiles que edita de vez en cuando la Fundación que lleva su nombre, pero se veía que no era un facsímil. Le pregunté muy convencida el precio, y él, en lugar de decírmelo, dio la vuelta al libro y me señaló el ángulo derecho inferior. Tuve que mirar dos veces la cifra, y si hubiera tenido algo en la boca seguro que en ese instante me habría atragantado. Ese 700 escrito a lápiz no dejaba lugar a dudas: las primeras ediciones no estaban al alcance de mi bolsillo.
- ¿Ves? Ya te dije que no era lo que buscabas – confirmó el hombre, como si acabar de leerme el pensamiento, aunque supongo que en realidad se limitó a leerlo en mi cara.
Yo volví a sonreír para darle la razón, le agradecí el gesto, y me fui hacia la siguiente paradita.
Algunas las pasé  de largo, puesto que se trataba de paradas que a simple vista se notaba que eran de ediciones realmente antiguas que superaban los cien euros, y en otras me estuve un buen rato mirando entre los montones de libros, en busca de algún buen título por un buen precio. Los vendedores eran bastante amables, incluso en más de una ocasión me ofrecieron un taburete para que me sentara cómodamente y rebuscara por los últimos estantes. Rápidamente se me fueron las dos primeras horas sin que hubiera comprado todavía nada, pero habiendo visto tantos y tantos libros que empezaba a dolerme la cabeza. Como vi que todavía me faltaban un par de manzanas y la otra acera, pensé que lo más sensato sería volver para atrás, comprar los que hubiera visto, y volver al día siguiente, puesto que estaba realmente abrumada por la cantidad de libros que había llegado a mirar. Así pues, recorrí las tres que me quedaban de aquella manzana, donde, por cierto, en una de ellas encontré un libro de Aub por tres euros, aunque en una edición no demasiado buena, pero en muy buen estado, y compré un par de novelas más en otras paradas distintas.
Cuando volví a pasar por esa primera parada, el hombre de antes me sonrió y me preguntó con mucha naturalidad:
- ¿Qué? ¿Has encontrado algo de Max Aub?
Le contesté que sí, y él, que quizás no tenía demasiado trabajo y le apetecía hablar, me informó de que si estaba interesada podría intentar buscarme alguna edición que no fuera de las primeras por un precio más asequible, y me dio una tarjeta de su librería, invitándome a pasar una vez acabada la Fira. Le di las gracias, le dije que pasaría, y cuando ya me iba me dijo:
- Oye, si quieres ese libro de literatura que estabas mirando antes, te lo dejo por 10 euros.
Le miré con cierto interés, y cogí de nuevo el libro. Lo cierto era que estaba bastante bien, y no era tan breve como decía el título, así que aceptando su oferta, me lo quedé también.
Volví a casa la mar de satisfecha con mis cuatro compras, y, como había planeado, regresé  al día siguiente.
Saqué dinero de un cajero, y cometí el error de no ir repitiendo la cantinela del día anterior para concienciarme de no gastar demasiado…  Ese segundo día empecé por la acera de la derecha, la que me faltaba por ver. Al ser viernes había mucha más gente que el día anterior, tanto en las paradas como por la calle. En la primera en la que me paré encontré ya un par de gangas que ascendían casi a lo que había gastado el día anterior, pero eran verdaderas gangas. Se trataba de libros de la colección blanca de Crítica, que en cualquier librería pueden costarte a partir de 40€, y que allí  los vendían por 5, 8 o 10. Claro, ante tal oportunidad no pude evitar comprar un par a 8 euros cada uno… En esa acera no había muchas paraditas, y pronto crucé a la de enfrente, y me puse a mirar las que me habían quedado pendientes el día anterior. En una de ellas encontré una de esas ofertas que tanto llaman la atención: 1 libro, 1’95€; 3 libros, 4’95€. Era como un 3x2, así que empecé a mirar los títulos y empecé a coger. Y, a la que quise darme cuenta, tenía ya cuatro en la mano. Ante la incertidumbre de dejar uno o coger otros dos, pensé que, total, ya que estábamos, no venía de un par de libros más. Así que salí de la parada con 6 libros más a cuestas. En la siguiente caí en la tentación y compré otro más. De modo que cuando llevaba poco más de una hora iba con cuatro bolsas llenas de libros que pesaban más que yo, y tenía que ir parándome porque no me notaba ni los dedos, que se me estaban quedando, más que rojos, morados. “¡No tienes remedio!...”, pensé. Así que, decidida a poner remedio a ese afán libro-consumista que me había dado, me dirigí hacia la estación sin mirar  ninguna parada más, andando a paso tan firme como me permitía el enorme peso con el que cargaba. Pero, claro, resulta que también hay semáforos en Paseo de Gracia… Y al pararme en uno que estaba rojo, sin querer mirar, pero viendo, me fijé en una parada que el día anterior estaba cerrada y a la que no presté ninguna atención. Se trataba de una parada de Unicef, donde todo lo recaudado iría a dicha organización. Los libros que vendían eran de gente que los había llevado allí, o de librerías que los habían donado. Me acerqué sólo por curiosear, y encontré libros realmente buenos, nuevos, y al mísero precio de 2 euros cada uno… ¿Qué bibliófilo puede resistirse a algo así?... Yo soy débil, y sucumbí… Y salí de la parada con 6 libros más a cuestas, y con tantas bolsas que no podía ni andar, casi. La gente me miraba de forma extraña, y yo me moría de vergüenza, porque soy extremadamente tímida y no me gusta nada llamar la atención. Y claro, la llamaba, para qué negarlo… Si yo me cruzo con una chica que va cargada de bolsas de plástico verdes, marrones, blancas, donde sobresalen las siluetas de un montón de libros, con la cara roja por el esfuerzo, y que además se va parando cada X metros para abrir y cerrar las manos, y volver a coger las bolsas con más ímpetu, seguramente también me la habría quedado mirando…
Lo que está claro, pues, es que a mí personalmente me encantó la Fira, tiene un aire de lo más acogedor, y entre tanto libro te sientes como pez en el agua, por lo menos los que como yo disfrutamos casi tanto mirando y comprando libros como leyéndolos. Con paciencia y cariño, puedes encontrar buenos ejemplares por precios irrisorios, de todo tipo de libros y de literatura, para todas las edades y para todos los gustos.
Esta Fira es una cita con la cultura, ineludible para los amantes de la lectura, ya sea de libros antics o moderns, porque sin duda es una muy buena ocasión para disfrutar de esta pasión, que a veces puede convertirse incluso en un vicio.
Yo, personalmente, el año que viene no me la pierdo. Y te aconsejo que tú tampoco.
 Chubbchubb
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viernes, 8 de octubre de 2010

¡¡¡Por fin!!!: Mario Vargas Llosa



Este premio Nobel me ha llenado de alegría.  No se si  como dicen es un premio o no politizado, si hay algo en el trasfondo de motivos extraliterarios, pero es sin duda un premio merecido. 

He podido ir leyendo en las redes sociales comentarios poco amables hacia el autor de Conversaciones en la catedral, La ciudad y los perros, La fiesta del chivo, La Casa Verde, ..., Sus opiniones políticas le han ganado muchas antipáticas y no deja de asombrarme muchos de esos comentarios, en los que sus autores  hacen gala de sus prejuicios,  para alardear de no haberlo leído. Creo además que  han construido sus opiniones sin leerlo, sin escuchar el fondo de su mensaje,. Pero aunque tuvieran razón y no compartieran su visión del mundo, él trasciende las ideologías, es uno de los grandes. Tengo la sensación que lo ven como si de un escritor de medio pelo y de enorme promoción de marketing,   se tratara. Como si sus méritos fueran gratuitos. Vargas Llosa es un escritor que se reinventa en cada novela, que arriesga, que experimenta y no se ha ocultado tras aquello  que lo elevo al Parnaso de los grandes. Y creo que además que  en su  categoría como escritor, ha conservado la humildad y la capacidad de emocionarse con las historias que cuenta.

Vargas Llosa es mucho más,  es un clásico vivo. Recuerdo con emoción como nos hablaba de él ,allá por 1975, una profesora de literatura: de La casa Verde, de Pantaleón y las visitadoras, y el impacto que me causo leer Los jefes, Los cachorros,  Conversaciones en la catedral.  Como ha dicho un periodista: en este caso,  es el escritor quien honra al Nobel. 

Además,  ama con pasión la literatura, la de los demás, no solo la suya.  Leer uno de sus artículos sobre libros te despierta el instinto de salir corriendo a buscarlo para seguir el camino que nos ha trazado y descubrir las huellas con las que nos ha precedido.  Cualquier escritor vendería su alma por haber escrito la peor se sus novelas y el admira a los demás con la pasión de un lector  que olvida que él ha escrito mucho mejor que aquello que alaba. 

Sería  un pecado imperdonable dejar que los prejuicios  impidieran acercarse  un autor tan grande.
Ayer cuando le notificaron  su premio, se fué al Instituto Cervantes de Nueva York a dar la rueda de prensa de rigor. En realidad fue a homenajear al Español  como lengua .

Es un escritor que  nos une en el idioma, es un puente entre Hispanoamérica y España.

No lo esperaba, dijo hace mucho tiempo, creia  que el nunca lo recibiría. 

Me siento feliz.  Se equivoco.

Julia
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domingo, 3 de octubre de 2010

El ser o no ser de la novela Histórica


Uno de los géneros literarios que mas aceptación tiene entre los lectores es el de la novela Histórica. El debate sobre lo que es, lo debe ser, la imagen que un novelista tiene frente a los académicos  e intelectuales,  es un debate curioso y enriquecedor, porque la ficción como tal tiene muchas caras.
No sé que rigor es mas importante: el que se asienta sobre los hechos o el que da vida a lo cotidiano de unas épocas remotas y nos sumerge de repente en las vidas de los hombres normales, de sus creencias,  de sus supersticiones, de sus costumbres. Personalmente me  gusta mas la segunda opción, la que da vida a una historia ficticia que se asienta sobre los pequeños detalles.
En cualquiera las opciones: la ficción ambientada, la  novelización de los grandes hechos o de los personajes que marcaron  el devenir de los tiempos, la historia cotidiana transmitida a través de referentes reales con personalidades recreadas en la imaginación del escritor, ..., lleva detrás una constante: la documentación.
Parto de la base de que yo no quiero aprender historia cuando leo una novela. Esta puede introducirme en el personaje o en la época,  pero para aprender con rigor acudo, o  mas bien acudía, a los historiadores. En  una novela busco una historia que me atrape y me entretenga, o que me haga viajar en el tiempo. Pero no puedo despreciar, no quiero  hacerlo, ese trabajo  silencioso, que constituye el esqueleto o la urdimbre sobre la que todo se edifica.
Hace un par de días tuve la oportunidad de quedar con dos novelistas  de este género: Santiago Morata, amigo  con el que estoy constantemente en contacto,  y conocer a Marisa Azuara  a quien la crítica la ha tratado de forma muy polarizada.
Santi  es brillante y polifacético,  con un sentido del humor inteligente y meticuloso en los detalles, eso ya lo sabía. Sé como trabaja y con que rigor trata de documentarse  Debió de ser todo un reto para sus maestros, con su voracidad por  el conocimiento. A  Marisa no la conocía y me descubrió una complejidad en sus planteamientos literarios que me dejo impresionada.
No es una mujer ambiciosa en sus aspiraciones,   en el sentido de que prefiere renunciar a sus posibles beneficios y ser fiel a sus principios,  con lo que ya  de entrada me gano. Este es un mundo de vedettes mediáticas,  en el que sientes que la mayoría de las veces es mas importante una buena campaña de marketing que un buen  producto. Porque al final, es así como se trata a los autores.
Marisa ha investigado sobre la figura de Cristobal Colon sobre el que prepara una novela. Al margen de sus descubrimientos, valorados por unos ( los que conocen como se ha documentado) y ridiculizada por otros, (los que no han querido molestarse en conocerla sin prejuicios), su planteamiento es muy original dentro de la maquinaria editorial: ha publicado un libro de ensayo en el que cuenta sus descubrimientos.   Que quede muy claro que ha accedido a  documentación  original, que ha contado con la colaboración de  los descendientes de Colón, de paleógrafos no solo españoles, también italianos. Ha investigado tanto textos legales de la época como legislación y  analizado las traducciones de toda esa documentacion previa a sus investigaciones tanto en italiano como en español.
No se si alguien  ha tratado de acceder a un documento del siglo XIV, yo recuerdo un trabajito de la carrera,  una novela de aventuras de caballería, El caballero de la rosa creo que era, pero es una labor complejísima. Las grafías son endiabladas y el contar con la ayuda de especialistas en ese terreno como en el del difícil mundo de las leyes y de las relaciones feudales  de la época, es  una base muy solida para trabajar estos temas, pequeños matices que se escapan a los aficionados aventajados e incluso a los mismos estudiosos en solo algún aspecto. Es un trabajo de equipo y de coordinación. Pero es sobre todo admirable el molestarse en ir al origen  pasando por encima de las traducciones  consideradas como el punto de partida de la mayoría de las investigaciones. La técnica paleográfica ha avanzado muchísimo con el paso de los años, con las digitalizaciones y con los posibles tratamientos de los documentos con  procesos inimaginables hace un tiempo. 

Como resultado de novela  no se cual será, aun está en proceso, como  proyecto de investigación es casi embriagador, Marisa además lo transmite con pasión, emocionándose conforme va recordando como se perfilan los descubrimientos  y las nuevas pruebas, la confirmación de alguna sospecha.
El  rigor de su trabajo, al margen de como se ha recibido en algunos sectores , esta demostrado con la invitación a la leer la lección inaugural del curso 2010 en la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, institución de la que son miembros numerosos Catedráticos de la Universidad de Zaragoza, así como juristas e intelectuales de primer orden.

Hace un tiempo, en una presentación  José Luis Corral, investigador reconocido,  profesor universitario, además de novelista de éxito,  comentaba la suspicacia que levantaba  entre sus colegas de profesión docente su faceta de novelista. El lector creo que no  aprecia en lo que vale el trabajo de documentación, que le importa solo el resultado final de lo que lee, pero a la hora de la verdad, si nota las discordancias y la falta de rigor  y a la mayoría, el exceso de licencias le molestan. Al historiador tal vez le deprima la trivialización de la historia. Pero creo que no podemos olvidar cuando tenemos entre manos un libro de ambientación, de trama o de novelización histórica,  el esfuerzo que ha implicado  su telón de fondo, la documentación y el trabajo de síntesis que hay detrás, ( porque tan importante es lo que se  pone como a lo que se renuncia),  ya sea este una novela de intriga, romántica o de vocación histórica en sentido mas purista.

He querido sintetizar mis comentarios en  tres nombres nada mas muy diferentes, pero podría hablar del proceso de trabajo Carlos Aurensanz, de como integra los detalles Olalla García,   de Ángeles de Irisarri y su capacidad para plasmar en un todo lo cotidiano, de la meticulosa ambientación de sus novelas que hace Jerónimo Tristante, de muchos otros.  Al final al lector le llega un todo, depurado y conmovedoramente riguroso desde sus diferentes enfoques.
Julia
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