viernes, 29 de abril de 2011

La Noche de los Todos Libros



La noche de los libros, aunque comienza aún de día, en la que los libros salen a pasear por las calles de Madrid, se ha convertido en imprescindible para los que nos gustan estos objetos. Y mientras no se extingan, como muchos vaticinan, muchos seguiremos saliendo a cazar la última novedad o aquel libro que tanto buscas y que puedes conseguir a precios más asequibles. A mí no deja de sorprenderme el ver mi ciudad con tantas y tantas personas encaramadas a los puestos buscando un hueco por el que colarse entre la multitud para conseguir alcanzar algún ejemplar.
Y no es para menos, la Unesco ha declarado el día 23 como el Día Internacional del Libro (este año se ha celebrado el 27 de abril en Madrid), que ha pasado de extenderse por España, desde Cataluña, al resto del Mundo. Gracias además a que fue el día en que fallecieron Shakespeare, Cervantes y Garcilaso de la Vega.

Aunque no nos engañemos, es una excusa como otra cualquiera para salir a comprar un libro, y ya si hay algún escritor del que te apetezca tener una firma o decirle unas palabras, ¡qué mejor momento! Es un aperitivo para la Feria del Libro, a finales de mayo, con la diferencia de que este día tienes concentrados en unas cuantas librerías y en unas pocas horas a muchos autores. Aunque también cambia el paisaje más tranquilo y colorido de El Retiro, por el caos y el gris del cemento del centro, también con cierto encanto. En una mesa puede haber escritores de todo tipo, juntos, que no revueltos, viendo pasar a la gente con una sonrisa en la cara, animándote a que te acerques.

Tanto los noveles y menos conocidos, como los ya consagrados comparten mesa (y alguna que otra coincidencia). Era curioso ver a Maruja Torres, a la que se le acercaba gente continuamente formando colas, firmar uno de sus trece libros publicados. Teniendo al lado a Eloy Moreno, más tranquilo y accesible, con su primera y única novela, reconociendo a los lectores (seguidores y amigos) de su página, de un blog, de los muchos foros que visita. Son los contrastes, lo mucho y variado de los autores que se acercaban a los puntos de firma de la librería. Al lado de un escritor que hacía una dedicatoria escueta estaba el dibujante de comics y autor de “Conejo frustrado”, Mike Bonales, personalizando las firmas con viñetas y dibujos de sus protagonistas.

Luego estaban los dúos, como el formado por los locutores y escritores de varios libros ya Sergio Fernández y el Monaguillo, o uno que había perdido su mitad, al lado de los anteriores, Juan Luis Cano (integrante de Gomaespuma), u otro que había perdido a su “troupe”, Joaquín Reyes. Porque es igual, novela o cómic de humor, novela romántica, novela negra u otras más blancas. Benjamín Prado o Inés Ortega. Todos cabían bajo esas pequeñas carpas.

Y también tuvo lugar algún que otro plantón, como el de una escritora cuyo nombre no diré, pero que después de esperarla hasta las ocho no apareció, otra vez será... Quizá tuvo algo que ver el Partido del Siglo, un Madrid-Barça que igual no importaba tanto a muchos de los que estábamos allí como lo que se estaba viviendo. La diferencia es que nadie se va derrotado, todos ganamos y al acabar vamos a ir a celebrarlo, a buscar un lugar en el que sentarte a leer tranquilamente.

Y claro llegó la hora en que el encantamiento se acaba, como en todo cuento que se precie, y a las doce los libros se recogieron y volvieron a sus jaulas de madera. Pero con este día en la memoria.


Paul Thinkmind
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miércoles, 6 de abril de 2011

VI Concurso de Relatos de Primavera



Ya están colgados lo relatos del VI Concurso  de Primavera para que podáis leerlos y disfrutarlos.

Ahhh  y ¡¡No se os olvide votar vuestro favorito!!
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domingo, 3 de abril de 2011

El curioso fenomeno de la memoria de los libros

Acabo de reencontrar entre mis libros viejos uno que acaba de ser reeditado como una novedad exquisita.  Lo tenía en un rincón junto con  los best seller viejos  y libros de divulgación de los que por algún motivo irracional no quiero desprenderme.
No recordaba el título ni quien era el autor. Era capaz de evocar perfectamente el argumento. Estaba publicado en una colección  con un criterio que lo acercaba casi a la superstición o a la historia fabulada o a esas interpretaciones de pasajes históricos a medio camino entre el mito y una difusa realidad.
Hace poco alguien me paso unos libros de los de  desconectar con un argumento intenso, sin mas pretensiones que contar una historia truculenta y oscura. Lo había leído ya, pero no recordaba absolutamente nada,  reconocía  y era capaz de situar el autor, la novela y la serie policíaca a la pertenecía.
Poseo mis pequeñas joyas, mis libros-mitos personales de los que recuerdo todos los sentimientos y las pasiones que me provocaron y  solo  una leve sombra del argumento: tengo vívida el tacto de su portada, la forma en que su texto se derrama por las páginas, a veces hasta el olor y la conciencia de haber dejado en ellos alguna flor entre sus hojas para que se fundiera en la esencia del libro.
Qué misterios llevan a la memoria y a la razón a colocar  unos y otros en las diferentes estanterías del recuerdo, es aun un problema que no  he resuelto, pero  es parte de la magia y de  la pasión por la lectura. Colocar unos o colocar otros en un sitio no responde a ningún criterio, ni a supuestas calidades, ni a al momento, ni al tiempo de la lectura. Solo  tal vez a algún capricho del destino que los atraveso en nuestro camino en un momento determinado.
La lectura es para algunos  un rito tan posesivo con la pasión por escribir o por la música. Es una forma de vivir,  en algunos casos se  une una especie de síndrome de Diógenes  a medio camino entre la avaricia y el coleccionismo,  de poseer  el objeto: todos son pocos, el tiempo se hace corto, queremos leer todos los que vemos comentados, aquellos de los que nos hablan los amigos.  Pero el tiempo es limitado, y hay que seleccionar. El instinto avaricioso es mas difícil de descartar,  los títulos se  cuelan en el subsconsciente volviendo una y otra vez  con una compulsión obsesiva.

Eso es vivir para leer. 
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