Sin compasión. Gnadenlos. Así es el mundo de la publicidad, “un lugar lleno de drogas donde no existe la inteligencia, el reparo ni nada que les ate a la más mínima decencia”, donde la locura y la cordura no se distinguen y donde el publicista debe decidir "cuanto está dispuesto a vender, subarrendar o regalar de su tiempo para acceder a la Liga A de las empresas publicitarias". Con esas palabras, el ganador del IV premio Bubok, Ralph del Valle definió a las agencias publicitarias, un mundo del que él se salió hace 6 años tras una discursión con su jefe. "Me dió una carta con mi finiquito, lo que él no supo es que me pagué 6 meses en Berlín a su costa y eso me permitió establecerme en la ciudad", afirmó el autor.
Allí escribió su primera novela Gnadenlos, (léase como si fuera esdrújula), en la que retrata los excesos y prácticas de las agencias. Para abrir boca, el libro habla de creativos cocainómanos, anunciantes
oligofrénicos, golfas, trepas y ególatras, entre otras cosas. El autor reconoce que la novela "está escrita con humor y mucha mala leche" por eso, aunque los personajes tengan cambiados los nombres, varios profesionales se verán reconocidos en ellos.
El personaje tiene un monólogo interior en donde reflexiona sobre las cosas que experimenta, la falta de criterio, de moral o ética de la publicidad; que según Ralph del valle es un fiel reflejo de la realidad: "Seguro que estas mismas cosas pasan en otros sectores, pero este es el que conozco".
Si mordaz les parece poco, mejor que vean la portada del libro. Un sobre con polvos blancos le dará la 'bienvenida'. Gnadenlos.
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