domingo, 7 de diciembre de 2008

Viejas ediciones


Me gustan los libros, todos independientemente que su edición sea vieja o huela a tinta, lujosa o humilde, de páginas satinadas e ilustraciones soberbias o tristes ediciones en papel casi de periódico. Son mi pasión.
Hoy he pasado por un rastrillo, no sabía que estaba, pero he pasado por la puerta de un colegio y ahí me lo he tropezado. He entrado a curiosear como siempre, y entre ropa seminueva y macetas, objetos descartados por el uso o por el gusto de quien lo dona , había como no, un rincón para libros viejos.
el corazón se me ha acelerado, una oleada de ambición posesiva me ha subido a la garganta y ahí delante de mi he visto ansiados titulo hoy descatalogados, en ediciones humildes que se deshacen entre los dedos, con viejas portadas pasadas de moda. Aquellas sublimes colecciones que marcaron un hito, de Salvat o Seix Barral, la biblioteca Borges, varias colecciones de intriga, y en medio de todo, encima de aquellos libros de color crema y naranja un cartel escrito a mano: 5 por 1 euro.
Cinco obras de arte envueltas en papel reciclado y tapas de cartulina, cinco genios que me prestan generosamente por 20 céntimos su intelecto para provocar un goce indescriptible: Delibes, Martinez Santos , J.Sender, Cunqueiro, Madame de La Fayete....
A veces con un ropaje humilde se nos presenta una joya sobria y elegante.

Tal vez desentonen junto a otras de exterior mas hermoso, o un contenido mas moderno, pero lo clásico siempre permanece, siempre gusta , siempre nos transmuta en lectores intemporales proyectándonos tanto al pasado como al futuro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Julia, sabes que comparto este vicio tuyo casi con la misma pasión enfermiza que tú; no en vano hemos pasado juntos buenos ratos explorando estas estanterías en los que uno, a diferencia de las modernas librerías convencionales, en las que apenas hay opción a la sorpresa, uno puede encontrarse con un libro descatalogado o una edición imposible de encontrar por otros medios. Y además, a precios anticrisis.
Que nunca nos falten las librerías de viejo.

Gabriel

juliaduce@gmail.com dijo...

Es que al final, cuando te acuerdas de autores hoy semi olvidados, son el ultimo reducto.