¿Alguna vez se han preguntado cómo prepara un autor la presentación de su libro? Mario Crespo, autor de Biblioteca Nacional, planteó esa misma reflexión: "¿Qué dices?, ¿que es una obra maestra?, ¿que es genial? Pues no, no obstante, es difícil para el autor mirar su propio libro desde la distancia." Suerte para él que estaba en la presentación del FNAC de la Castellana el escritor Oscar Esquivias, quien se encargó de analizar detenidamente ese mundo formado por pasillos y depósitos que componen la Biblioteca Nacional. En previsión por lo que podía suceder, Escrivas avisó: "Mario, si ves que digo muchas cosas que no debería decir, me das una patadita debajo de la mesa".
No hizo falta. A través de sus palabras, en nuestra mente se recreó la imagen de Pablo Villa, protagonista y alter ego de Mario Crespo; un aspirante a novelista que trabaja subcontratado en la Biblioteca Nacional. Enfermo y atormentado por las continuas dudas metafísicas e identitarias, emprenderá junto al Amo del Depósito una investigación que le abrirá puertas que no imaginaba que pudieran existir. Unas puertas que pueden significar la separación entre lo real y lo irreal ya que, tras sufrir un síncope, Mario Crespo decidió escribir una novela donde se narrase "ese mundo paralelo que yo recordaba haber vivido mientras estaba inconsciente". Al traspasarlas, Pablo Villa descubrirá un universo particular donde dar rienda suelta a sus inquietudes. Una de ellas, sin duda, es la identidad del escritor. El autor zamorano, citando a Borges, afirmó que el novelista tiene una identidad que es la suma de otras identidades; "somos la almagama de trozos rotos", concluyó.
Narrada en tercera persona, Crespo nos desveló que solo al final de la novela "descubres quien es el narrador y por qué". Misterio o no, cerveza o presentación, el caso es que, como confirmó el autor, siempre hay una intensa relación entre sus presentaciones y la necesidad de ir al baño.
No hizo falta. A través de sus palabras, en nuestra mente se recreó la imagen de Pablo Villa, protagonista y alter ego de Mario Crespo; un aspirante a novelista que trabaja subcontratado en la Biblioteca Nacional. Enfermo y atormentado por las continuas dudas metafísicas e identitarias, emprenderá junto al Amo del Depósito una investigación que le abrirá puertas que no imaginaba que pudieran existir. Unas puertas que pueden significar la separación entre lo real y lo irreal ya que, tras sufrir un síncope, Mario Crespo decidió escribir una novela donde se narrase "ese mundo paralelo que yo recordaba haber vivido mientras estaba inconsciente". Al traspasarlas, Pablo Villa descubrirá un universo particular donde dar rienda suelta a sus inquietudes. Una de ellas, sin duda, es la identidad del escritor. El autor zamorano, citando a Borges, afirmó que el novelista tiene una identidad que es la suma de otras identidades; "somos la almagama de trozos rotos", concluyó.
Narrada en tercera persona, Crespo nos desveló que solo al final de la novela "descubres quien es el narrador y por qué". Misterio o no, cerveza o presentación, el caso es que, como confirmó el autor, siempre hay una intensa relación entre sus presentaciones y la necesidad de ir al baño.
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