La gente le pide más, más versos, más poemas, más lectura en la presentación de su último poemario. Ella, tímida, se resiste pero al final accede complacida a leer. Una lectura de Cuaderno del delirio, esa crónica enamorada del desamor que Elvira Daudet escribió, guardó, y desde hace dos años es un caudal. Un caudal de emociones, sentimientos y, también, de introspecciones. Apenas siete poemas le bastaron para contar lo que fuera esplendor en la
hierba y cuánto hay de irrevocable en las balas de su final.
El "Cuaderno del delirio" no deja a nadie indiferente, es un poemario donde la potencia y contundencia de sus versos dibuja un autorretrato de la mujer que Elvira Daudet fue en un instante de su vida o como ella apuntó, "un autorretrato desvestido de la piel, en carne viva". Manuel Valera, periodista, escritor y maestro de ceremonias en la Libreria Fuentetaja; avisó a los allí presentes: "La vida para Elvira sólo es, técnicamente, la vida digna de ser vivida, una vida feliz. La otra, el resto del tiempo, a eso no lo llama vida."
Pocos lo hacemos hoy en día, sin embargo, Daudet se para, reflexiona y mira en su interior. Sabe controlar el potente rigor de sus emociones, incluso, las dosifica para el lector. Además, husmea en sus recuerdos y se aproxima a las arenas movedizas de su propia vida. Ahí, en las profundidades, es donde emerge el sufrimiento. "La poesía de Elvira nos habla de la pérdida, ese robo, que es el tiempo para ella; el tiempo, ladrón que se lleva sus años, sus amores, sus pasiones, sus hombres, sus olores a hombre. A partir de ahí, ¿qué le queda?: el sentimiento de pérdida", comentó Valera.
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