Las hasta ahora veintidós
novelas ―si contamos la que está a punto de ver la luz a finales
de noviembre― que componen la Saga han surgido de la pluma―o del
teclado― de Luis
Delgado Bañón, capitán de navío en situación de retiro,
proveniente de familia de marinos, con larga tradición. Al modo de
los episodios galdosianos, Luis Delgado novela la historia naval (y
la terrestre) española desde mediados del siglo XVIII y espera
llegar hasta la guerra civil del 36. Cada año publica dos volúmenes,
lo que supone un esfuerzo enorme, puesto que todas sus obras
conllevan una concienzuda tarea de documentación histórica, además
de la geográfica y la propiamente naval, si bien esta última está
muy controlada por el autor debido a sus largos años de permanencia
en la Real Armada.
La Saga tiene su origen
en un personaje de tierra adentro, Francisco Leñanza, que se empeña
en hacerse marino pero su llegada al mar discurre por derroteros muy
distintos a los deseados, ya que por azares de la vida es hecho
prisionero y llevado a galeras, al penal de Cartagena. A partir de
ahí, el siguiente Leñanza, su hijo Francisco, apodado Gigante,
como su padre, por la complexión física que exhibe, entra en el
cuerpo de Guardiamarinas y coincide en la escuela con el segundo
personaje de la serie: Santiago Cisneros, futuro duque de Montefrío,
apodado Pecas, por la gran profusión de ellas en su rostro.
Bajito y algo aniñado de aspecto, ingenioso y polvorilla, Santiago
es el contrapunto de Francisco. A lo largo de la Saga, van a
protagonizarla dos amigos, a lo largo de varias generaciones, que
además, serán cuñados: Santiago y Francisco, o Santiago y Beto,
unidos por una fuerte amistad, por el amor a la mar y la fidelidad a
la Real Armada y a España. Las aventuras de estos personajes llenan
de vida, de humor o ardor guerrero las páginas de las novelas que
componen la Saga. Con ellos capeamos terribles tormentas, nos
defendemos de ataques piratas, o libramos batallas navales contra el
enemigo de turno, inglés o francés, según la época, buscamos
barcos perdidos o tesoros escondidos. Y todo ello le sirve al autor
para llevarnos donde quiere: es decir, para contarnos una serie de
episodios históricos donde la Real Armada tiene un papel, a veces
triunfante y exitoso, a veces vencido y penoso, pero muchas veces
desconocido, y que el autor quiere recuperar y sacar del olvido.
Mucho se ha escrito sobre
tema naval por parte de autores británicos, dueños del mar durante
siglos; la Royal Navy ha sido modelo de eficiencia, muchas veces
letal para sus enemigos. Sin embargo, los autores británicos
presentan la historia desde su ángulo, dejando un tanto de lado el
rigor histórico, guiándose más bien por la fabulación literaria,
lo que a veces les lleva a describir maniobras marineras un tanto
inverosímiles, abusando del desconocimiento que el gran público
pueda tener de esos detalles. Era necesario, pues, abordar la tarea
de presentar la historia naval desde ángulo hispano. Luis Delgado
reivindica como escritor histórico, el punto de vista español,
muchas veces desatendido y olvidado, cuando no tergiversado por
versiones ajenas.
Recrea el autor episodios
de las luchas contra los piratas argelinos, intentos de recuperar el
Peñón de Gibraltar, con las famosas cañoneras del general Barceló,
la Guerra contra la Convención francesa, la de la Independencia,
alternando con diversos episodios en tierras americanas, Cuba, Nueva
España, Perú, California, La Plata, mostrando la importancia de una
Armada fuerte para el mantenimiento de las posesiones de ultramar, y
por consiguiente, al decaer el poderío naval español es cuando
surgen los movimientos de independencia americanos. Y no sólo recrea
la guerra en la mar: describe la situación de la Armada en tierra,
la política española de cada época, los graves problemas y las
decisiones acertadas o equivocadas que los gobernantes tomaron.
Desfilan políticos como el bailío Valdés, los generales Escaño,
Barceló, Mazarredo, Gravina, Churruca, Alcalá Galiano, y otros
muchos no marinos: Godoy, Carlos IV, Fernando VII, diversos
ministros y secretarios, generales y oficiales del Ejército.
La otra intención del
autor al escribir esta Saga consiste en la recuperación del rico
léxico marinero de épocas pasadas, «la parla de la mar», en
realidad un conjunto riquísimo de palabras, un vocabulario llamado
de etimología naval muy olvidado y a veces muy maltratado por
desconocimiento en obras oficiales. Por lo que sus novelas están
cargadas de expresiones y diálogos muy jugosos y pintorescos.
Consigue con ellos crear un clima que nos transporta a la época de
que se trata, así como hacernos sentir el balanceo del barco bajo
nuestros pies y el olor a salitre en la cara. Con esa «parla» nos
cuenta múltiples historias curiosas e interesantes sobre
descubrimientos, fundaciones, aventuras diversas en la mar, mitos y
leyendas, lo que aporta riqueza y entretenimiento a cada novela,
además del propio relato del hecho histórico en cada caso.
La ficción se
entremezcla, pues, con los hechos históricos, de modo que a veces el
protagonista Leñanza ocupa el lugar de un personaje real, como una
licencia literaria. Luchamos con él en la batalla de Trafalgar, cómo
no, y en la del Cabo San Vicente, y en muchas otras, pero también
viajamos por mares del sur, doblando el cabo de Hornos y recorriendo
la costa americana del Pacífico o las peligrosas aguas del Caribe. Y
con los ojos de un Leñanza o un Cisneros, recorremos el mundo
sintiendo el viento en las velas y oyendo crujir la arboladura y
tensarse las jarcias.
Ariodante
Octubre 2012
1 comentario:
Me encantan los libros que tienen como escenario el mar o que guardan una estrecha relación con él. Esta saga española no la conocía, así que me la apunto.
Muchas gracias por esta entrada. Creo que para muchos este autor va a ser todo un descubrimiento.
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