Aquellos que no frecuenten las redes
sociales dedicadas a la literatura de terror desconocerán el hecho; pero, entre
el 23 y el 25 del pasado Octubre, Zaragoza se convirtió en el epicentro del
género a nivel nacional (con permiso de la Semana
Gótica de Madrid).
Ideado por el editor de Saco
de Huesos (y presidente de Nocte), Juan Angel Laguna Edroso, este Cónclave del Terror se propuso reunir reunir a artistas y
obras de todos aquellos campos en los que se pueda trabajar con tan atávico
sentimiento: literatura, fotografía, ilustración, video, juegos de mesa y
ordenador... y hasta música. Un proyecto cuyo éxito se fue calculando a medida
que iban anunciándose patrocinadores (Tyrannosaurus Books, Tusitala, Diábolo Ediciones, Edaf, Cátedra...) y personajes
invitados (David Jasso, Roberto
Malo, Charles Athman...),
con lo que se podía adivinar un plantel de propuestas muy interesantes.
El mayor pero que se le puede poner a
todas las jornadas fue el lugar donde se realizaron: una sala de conciertos
heavy. Sobre todo, por la molestia que supuso en varias ocasiones la algarabía
de fondo a la hora de mantener un debate o, sencillamente, oír lo que se estaba
diciendo. No quiero decir con esto que hubiera un continuo coro de vándalos
melenudos impidiendo el desarrollo de las actividades, pero habría sido bueno
estar libre de esa clase de interferencias (de las cuales también fuimos
culpables los asistentes cuando, desentendiéndonos de la actividad de ese
momento, comenzábamos a charlar entre nosotros).
Hecho este inciso crítico, va siendo hora
hablar sobre las variadas actividades que tuvieron lugar durante esos tres
días, y en las que se animó a participar a todos, ya fuera promoviendo debates
durante las mesas redondas o de forma directa como concursantes.
Lecturas: fueron varios los autores que acudieron a
leer relatos, en mayor o menor número según su extensión, consiguiendo en la
mayoría de los casos sobreponerse al miedo escénico y las dificultades de
recitar. Además, la actividad acabó por convertirse en un comodín con el que
rellenar pausas inesperadas, y algún autor se descubrió de pronto frente al
micrófono después de que Juan Angel apareciera para convencerle.
Aunque no pude asistir a todas las
lecturas, resaltaría la maña de LG
Morgan para dar vida a su Oscuro Beltane, así como la
simpatía de David Jasso (que acabó leyendo más de lo que
quería) y la pena que me dio perderme la lectura de Ana Arranz, una de las grandes
amistades que me llevo del evento.
José María Tamparillas, Metiendo miedo enel cuerpo a los asistentes.
Proyecciones de cortometrajes: con unos medios algo escasos pero muchísima buena
voluntad, Penumbra sirvió para conocer obras audiovisuales de todo el mundo que no suelen salir fuera de los
festivales. A título anecdótico, cabe decir que se había organizado un festival
de cine de terror en las mismas fechas. Así que, de repetirse ambos eventos,
espero que puedan acabar fundiéndose en una misma convocatoria.
De todas las obras que pude ver, me quedo
con Hotel, de Jose Luis Alemán. Una pieza de ambientes asfixiantes y toques
surrealistas con un gran poder visual, que juega a plantearnos una paradoja
final bastante sorprendente.
En este apartado me resulta complicado
hacer una selección. Todas las mesas tenían algún punto que me resultaba
interesante, e insisto en que aún podría haberse sacado más "jugo" a
ciertos temas si se hubiera dispuesto de más tiempo. La charla sobre revistas
digitales, por ejemplo, derivó hacia un debate sobre la situación con los
contenidos digitales (legales e ilegales) que, por supuesto, habría podido
prolongarse hasta el infinito. El breve ensayo de Ángeles Pavía, respecto al
origen de las mitologías del hombre lobo y las brujas, daba pie a horas y horas
en las que citar textos de referencia (y a un ciclo de charlas sobre otra
criaturas de la mitología contemporánea). El debate sobre el desarrollo de
juegos en torno a la temática del terror se quedó reducida a un paseo por los
ejemplos más emblemáticos de cada plataforma, y eché de menos que se hablara
más sobre la atracción del villano como personaje a encarnar por los jugadores,
la importancia que están consiguiendo los recursos técnicos para la inmersión
del jugador en realidades virtuales, etc... La mesa redonda sobre el uso o
abuso de los tópicos del terror literario fue igualmente interesante y
graciosa, y sólo por el número de ponentes y la cantidad de referencias que se
podrían mencionar es algo que necesita horas para tratarse en profundidad. Por
último, el debate sobre el Mundo Z dio pie a algunos momentos hilarantes, y a
repasar este universo tan amado como odiado por el público.
Charlas "musicales": Fernando Lafuente nos sorprendió (a mi, al menos) con una
charla sobre la música de King
Diamond y su capacidad para
utilizar el Heavy como medio de narración de historias de terror, en lo que
podría describirse como "disco novelas".
Siempe complices, Roberto Malo y David Jasso
Actividades alternativas: además de todo lo anterior, también hubo
toda una serie de actividades con las que entretenerse: monólogos de terror
(con maestros de ceremonia del nivel de Roberto
Malo y David Jasso), un puesto donde
comprar ejemplares, un "pozo de libros" en el que encontrarse con
libros usados, amén de un juego de preguntas sobre el mundo del terror, una
justa de microrelatos y algunas partidas de demostración de juegos de tablero.
A este respecto, y a riesgo de resultar
"soso", confieso que sólo participé en una de las actividades: la
visita al Palacio de la
Aljafería. Y, teniendo en cuenta que su horario se solapaba con otros
eventos, se puede decir que fue todo un éxito con casi una veintena de
curiosos. Además, tanto LG
Morgan como su colega
demostraron un conocimiento enorme sobre la historia del edificio. Eso sí, y
por ser quisquilloso, dado que uno de los propósitos de la visita era hablar
sobre cómo utilizar un escenario real para convertirlo en un escenario
literario, yo propondría visitas similares en las que varios autores que se
hubieran inspirado en determinado lugar comentaran de qué modo lo habían
incorporado a sus textos.
Y hasta aquí llega mi crónica, menos
extensa y completa de lo que quisiera. Confío en que mis críticas no molesten a
nadie, y espero con ganas que el año que viene pueda volver a comentar qué fue
del II Cónclave de Terror en Zaragoza.
Rafael González