Hace tiempo que no hacemos una entrada en el blog dedicada al foro, a nuestra comunidad. Estamos perdiendo las buenas costumbres. Así que ya va tocando un poco de reflexión y, si viene al caso, autocrítica. Hoy tocan los foreros escriben.
Escribir es como leer, es una pasión, algo que nos pide el alma. Es también un ejercicio de mostrarnos desnudos frente al otro. Ponernos ilusión, nos creemos a veces peores de lo que en realidad somos y a veces mejores. Las críticas son difíciles de aceptar, sobre todo cuando nos damos de bruces con la cruda realidad. A veces lo que sometemos al juicio ajeno nos devuelve en el espejo una imagen muy distinta de la que teníamos de nuestro trabajo. Esto es especialmente marcado cuando sometemos nuestros relatos a unas críticas hechas desde el anonimato.
Como jurado que he sido de estos concursos entre amigos que convoca el foro, y, todo sea dicho, últimamente parece que están produciendo adicción, he visto la progresión de escritores aficionados, les he visto ganar concursos y publicar libros a varios de ellos. Pero ganar concursos de los de verdad, de los que se compite con autores consagrados. En esa progresión tengo la satisfacción de comprobar como algunos de nuestros habituales han escrito relatos que podrían pasar por obras de escritores profesionales si estos los firmaran. Lo repito últimamente en cada convocatoria. Cada vez mas nos cuesta pelear el palmarés y es difícil elegir al ganador. Recuerdo que hace unos años el mejor brillaba a mucha distancia, los demás se quedaban en un margen mas homogéneo y era difícil destacar alguno para los premios secundarios. Utimamente nos cuesta afinar el ganador, tanto se ha ganado en calidad. Claro que con ello vienen otras aspiraciones mas altas.
Somos al fin y al cabo un grupo de amigos apasionados, algo frikis, y nuestro premio es poca cosa, salir en un libro conjunto, ver nuestro nombre junto a nuestra obra en tinta negra sobre papel. Tras los premios viene un trabajo inmenso y generoso, preparar el libro. Despues descartar a los que no van a entrar en él, ahora sí, dolorosamente conscientes de la ilusión que cada uno puso en imaginar y llevar a las palabras una historia, ya con nombres, toca corregir, maquetar, elegir título y crear una portada para el libro que tendrá como regalo el ganador y que podremos los demás comprar a precio asequible. Pero estar ahí, sentirnos parte del crecimiento de los compañeros de sueños y fatigas, no tiene precio.
Comentar los relatos a ciegas tiene muchas cosas positivas. Lo hacemos sin dejarnos llevar por simpatías, somos capaces de mostrar errores que ayudarán a mejorar y valorar en su justo mérito lo conseguido y crecer. Crecer juntos, porque en los errores de los demás vemos también los nuestros reflejados, con una mirada diferente.
Tiene la crítica a ciegas algún punto en contra, sobre todo el de los egos desmedidos que se creen más de lo que son y llevan mal aceptar los errores, las malas lecturas que se hacen, las carencias, la mediocridad de las obras. También la de los críticos agresivos, que traspasan los límites del cuento y la autoría y llegan a la persona, quien confunde obra con autor, quien al traspasar esa barrera hiere mas allá del juego de escribir. Es ahí es donde estamos los moderadores y alguna vez, solo alguna, alguna persona se despeña y acepta mal que se le llame al redil, y provoca algún que otro descalabro, se ataca y se sacan paños rojos, las ilusiones se empañan un poco. Pero es solo un arrebato, nos recomponemos y volvemos a empezar, y seguimos poniendo ilusiones otra vez en escribir, en comentar, en corregir para editar.
Son reglas no escritas, aquí los aficionados os saludan, pero no os descuidéis porque somos mejores, o lo seremos si os dormís en los laureles.