No había lugar más oportuno para la presentación de la segunda parte del epistolario de Juan Ramón Jiménez que la Residencia de Estudiantes, un lugar simbólico en el que el poeta español creció y del que fue uno de sus espíritus.
El acto ha servido para presentar el II Epistolario de Juan Ramón Jiménez (1916-1936), editado por Alfonso Alegre Heitzmann, en un ambiente agradable y repleto de amigos y familiares del poeta. El editor estaba acompañado por Alicia Gómez Navarro, presidenta de la Residencia de Estudiantes, Carmen Hernández-Pinzón, familiar y portavoz de los herederos del escritor, José Manuel Blecua, director de la Real Academia Española, y Fernando Vega en representación de la Fundación Cajasol que ha financiado buena parte de este proyecto.
Juan Ramón Jiménez estuvo en la primera sede de la Residencia, en la calle Fortuny, y posteriormente ayudaría a construir los jardines de la Residencia que todavía se conserva en la calle del Pinar, también conocida como la Colina de los Chopos. Fue él quien plantó allí los chopos y dio este nombre. El poeta dirigiría también las publicaciones de la institución cultural. Con esta unión entre la Residencia y el autor ha querido comenzar la Alicia Gómez Navarro.
Para este proyecto se ha trabajado mucho sobre los textos originales. Se han analizado documentos escritos con lápiz, como el Nobel español solía escribir sus poemas. El paso del tiempo, la complicada letra de Juan Ramón y el hecho de que muchos de los que podrían haber hablado ya no están, han complicado el trabajo.
Estas cartas son un claro avance en el conocimiento sobre el gran poeta, pero todavía queda mucho por descubrir. En esta obra, en la que aparecen 520 cartas del poeta, más de 230 son inéditas.
Carmen Hernández-Pinzón se ha mostrado contenta por la publicación de esta segunda parte del epistolario, afirmando que en la familia se han sentido muy solos durante largo tiempo. En este epistolario se da a conocer al Juan Ramón absoluto, al Juan Ramón total, al más humano, ha asegurado la portavoz, que ha querido matizar la necesidad de ir más allá del Juan Ramón polémico que aparece en muchos otros textos.
Por su parte José Manuel Blecua ha asegurado que en este libro se recogen cartas extraordinariamente interesantes desde muchos puntos de vista. Blecua ha leído algunos fragmentos de las cartas, como las dirigidas a A. M. Huntington, director de la Hispanic Society of America, o la que envió al alcalde de Madrid para quejarse por la situación de la ciudad. En todas estas cartas, ha precisado presidente de la Academia, se ve la parte más tierna y humana del poeta español.
Alfonso Alegre, editor de la obra, junto a Alicia Gómez, presidenta de la Residencia |
El análisis más intenso de las cartas lo ha hecho el editor de la obra, Alfonso Alegre Heitzmann, que se ha extendido presentando un interesante análisis de la vida de Juan Ramón Jiménez en aquellos años.
Alfonso Alonso ha resaltado a Juan Ramón Jiménez como una gran figura de la literatura universal. Y ha señalado “yo siempre he descubierto a un José Ramón que ha sido la antítesis del narcisista”, de lo que siempre se ha asegurado. Él más que nadie creyó propiamente en la poesía, a pesar de algunos conflictos y sus frases polémicas, como a la que se ha referido: “la función del poeta no es formar discípulos sacrificando poetas, sino crear poetas matando discípulos y matándose él".
El libro es un gran mosaico de la Edad de Plata, un tiempo en el que coinciden la Generación del 98, la Generación del 14 y la del 27. A lo largo de estas cartas se resume la historia de la poesía y de la cultura española y las conversaciones de los autores clave de esos años. Entre los destinatarios encontramos a Gregorio Marañón, Miguel de Unamuno, Manuel de Falla, Antonio Machado o José Ortega y Gasset.
En estas cartas podemos ver el más puro estilo del maestro y la opinión que tenía de los nuevos poetas. Así, describe al tímido Federico García Lorca de 20 años recién llegado a Madrid, o a Pedro Salinas a quien ayudó en la selección de los textos para Presagios, aunque más adelante se produjese un conocido distanciamiento entre los autores. Sea lo que fuere, y a pesar de los acontecimientos, en estas obras se observa la influencia y presencia sobre la Generación del 27. También al Alberti más inicial, de quien después se distanciaría para, mucho más adelante, volverse a reconciliar.
Otra parte de la correspondencia que merece destacarse es la que tiene con Isabelita, la hermana menor de los hermanos García Lorca, a quien, acompañado por su mujer Zenobia, conoció en una visita a Granada invitado por la familia García Lorca. En aquél viaje a Granada a que tantas veces se hará referencia como un encuentro clave en el ámbito de la literatura española y donde Juan Ramón Jiménez describirá aquel precioso paisaje “con venus en el horizonte al atardecer”.
El libro, que incluye otras muchas historias cercanas e intensas, concluye con las últimas cartas enviadas en agosto de 1936, sin que el poeta imaginase que apenas once días después abandonaría España para siempre. Pero lo que sucedió a partir de entonces aparecerá en las que verán la luz en la última parte de esta serie epistolar.
Al terminar el acto y salir a la Colina de los Chopos en el atardecer de Madrid también hoy, como aquella tarde en Granada, se veía Venus en el horizonte.
Víctor Pons