Entre Gauguin y Rembrandt, entre pasillos y escaleras, se esconde el mirador del Museo Thyssen. Lo que en verano se convierte en una terraza con vistas al Paseo del Prado, el pasado martes acogió la presentación del libro "El atrevimiento de mirar", del escritor Antonio Muñoz Molina. "El arte tiene que enseñar a mirar la vida y a entenderla", decía Muñoz Molina al presentar su obra, la cual reúne nueve ensayos sobre la vida de artistas de la talla de Goya, Picasso o el fotógrafo Richard Nixon, que este gran novelista fue escribiendo por encargo a lo largo de casi veinte años, unas veces para catálogos de exposiciones y otras para conferencias. Solo hay un texto inédito, el dedicado al pintor Miguel Macaya.
La percepción y la observación de la obra de arte es el tema principal de esta serie de ensayos que conforman El atrevimiento de mirar, en los que Muñoz Molina recupera una pasión por el arte que le viene de lejos, de sus inicios como estudiante de Historia del arte en Granada o los tiempos de El Robinson Urbano. No obstante, el autor señaló que muchas veces los estudios "solo garantizan los prejuicios". Aseguró que no entiende por qué "siempre hay que criticar una obra de arte" y en cambio, nadie dice "lo que realmente le gusta de esas obras".
Ahora, en este nuevo libro, nos propone un acercamiento al arte. El académico de la Lengua rechazó la idea de que el arte es solo para profesionales". Abogó porque cada uno "reconozca las propias sensaciones y diga sin miedo si le gusta o no". En estos ensayos confluyen la literatura, la pintura y, también, ese "atrevimiento de mirar" que da título al libro y que se refiere a la valentía con la que Goya se enfrentaba a su oficio. "Probablemente Goya fue el primer pintor, quizá después de Caravaggio, que se atreve a mirar las cosas como son, y el primero que mira el mundo en su propio espanto", afirmó Muñoz Molina.
Ese atrevimiento de mirar que tienen algunos pintores "es algo estético pero también ético", porque Goya no solo refleja "las canalladas" que cometían los franceses "con los españoles indefensos" en la Guerra de la Independencia; también mira "las barbaridades que los españoles les hacían a los franceses".
Como buen observador de la realidad, Muñoz Molina habla de arte para hablar también de lo demás. No es un nuevo capítulo de la gastada controversia entre defensores de la creación pura, por un lado, y quienes avalan un arte comprometido. Es que es difícil, cuando no imposible, meter la curiosidad del escritor por un único carril, si lo que se quiera evitar precisamente es el descarrile.
Pero no siempre el artista o el escritor están preparados para mirar de verdad: "A veces vemos solo aquello que estamos predispuestos a ver". Para ello puso como ejemplo como "cuando una mujer está embarazada, empieza a ver embarazos por todas partes". Además, "hay muchos intereses para que no se vean ciertas cosas", y esos intereses están detrás con frecuencia de los reportajes sobre las guerras actuales. "Casi nadie quiere mirar de verdad las guerras", subrayó Muñoz Molina tras comparar la guerra de Vietnam con las posteriores guerras del Golfo. "Los americanos aprendieron la experiencia y se inventó la figura del empotrado", en referencia a los periodistas que siguen a los soldados en las batallas.