El concepto que, en general, se tiene del género PULP, es que se trata de un producto literario de baja calidad, y se califica así porque es fácil etiquetar sin detenerse a razonar. Vivimos en una cultura de titulares donde es muy cómodo quedarse con un titular y opinar sobre el posible contenido sin siquiera haberlo leído. Sería como aceptar que algunas personas son muy ilustradas porque tienen paredes cubiertas con estanterías repletas de libros, libros que por supuesto no han leído, pero los poseen y creen que eso es una especie de traje que les empaca como muy cultos, por supuesto que hay muchos que poseen esas estanterías de libros y sí los miman y los leen, no se puede generalizar. Don Manuel Lara, el genuino editor, llegaba a decir que vendía libros por metros de estantería. Hoy día, con la inmersión en el mundo digital, ya no está tan de moda, pero siempre quedarán nostálgicos.
Por si queda alguien que todavía no lo sepa, “Pulp”
etimológicamente viene de “pulpa de celulosa”, y no como podría responder un
concursante televisivo que diría “pulpo a la gallega”. Dejemos a un lado la boutade y sigamos. Pulp igual a “pulpa
de celulosa de baja calidad y bajo coste”. No entraré en el mundo de la fabricación
del papel, es interesante, pero no para este artículo, sí me permito unos
apuntes básicos. El papel llamado de “máquina” está menos elaborado, posee más
impurezas y menor tratamiento químico, motivo por el cual, con el paso del
tiempo, adquiere un color amarronado, luz y humedad ayudan a ello. ¿Cuál es el
motivo de tal color? Sencillo, adquiere el color de la leña oxidada al paso del
tiempo, no podía ser de otra manera porque esa celulosa proviene de la leña
desmenuzada. Otros productos vegetales que además están tratados químicamente,
no envejecen y colorean de la misma manera. A ese papel de mayor calidad se le
llama “papel de pasta química”, es evidente que esta clase de papel saldrá
mucho más caro para la edición de un libro y ahora es cuando entramos en el llamado
género “pulp”.
Desde un principio, para imprimir a bajo coste, se escogió el
papel de “máquina” y aún así, lo hay de diferentes precios y volúmenes. Los periódicos utilizaron esta clase de
papel, grandes tiradas, grandes ventas, y editores sagaces comenzaron a editar
las historias de crímenes y heroicidades que el público lector ansiaba
encontrar. El General Custer era un héroe y Bufalo Bill, también, no importaba
contar falsedades, lo fundamental era vender muchos ejemplares y a bajo precio.
De lo que no se daban cuenta era que, ansiosos por conocer esas historias, la
gente no sólo aprendía a leer, sino a comprender el contenido del texto leído.
Muchos lectores, después de las primeras parrafadas, se perdían y se siguen
perdiendo, en consecuencia no les motiva leer un texto largo. Comenzaron a
darse a conocer escritores que no escribían directamente para los lectores,
escribían para ellos mismos, porque lo sentían, porque tenían necesidad de
narrar. Charles Dickens comenzó a distribuir para la venta sus historias como
género PULP en fascículos sin tan siquiera portada, parece ser que D. Benito
Pérez Galdos hizo otro tanto. Las ventas mejoraban y se cubrió el fascículo con
una cartulina blanda con dibujos esquemáticos. Y como el negocio popular
marchaba, los editores pasaron del capítulo a la historia completa con una
portada más atractiva incluyéndole color. Nadie puede poner en duda que una
buena portada vende y los portadistas tienen mucho mérito en los éxitos de
venta. Una portada con un asesino de aspecto muy horrible a punto de matar a
una chica muy guapa, vende, o por lo menos vendía, porque cuando las cosas se
repiten en demasía, pierden interés. Sigamos en la línea Pulp, es decir, la
edición barata, diez centavos por ejemplo. Entraba en las casas, lo mismo como
historias de crímenes que como historias de Opera-Horse, es decir, los Westerns,
pero también entraban obras que contaban
algo más y éstas últimas, para distinguirlas, los editores escogieron mejor
calidad de papel, mejores cubiertas. Entre los autores que escribían esas historias
que tanto gustaban al lector popular fueron destacando escritores que narraban
historias de Ciencia Ficción o de anticipación como muchos las definían,
narradores de leyendas, historias jamás comprobadas, narradores de batallas que
no tenían el soporte de la titularidad oficial, narradores de crímenes con
tratamientos complicados que humanizaban a los personajes, sucedía lo mismo con
los Westerns o las narraciones de capa y espada que tanto se dieron en Europa,
o de viajes a tierras que a finales del siglo diecinueve eran salvajes,
desconocidas, hay que tener en cuenta el tiempo que se podía tardar en un viaje
por aquellos días y lo que se tarda ahora. Como en todo, el género Pulp pasó
por el cedazo, se filtró la mala calidad y a la vista quedaron las pepitas de
oro. El sentido de la palabra Pulp, como género, fue perdiendo interés ya que
las historias o novelas de género pasaron a estar mejor editadas, papel de más
calidad, cubiertas e impresión, los relatos o novelas cortas seguían editándose
en revistas. Esos escritores que se convirtieron en oro, que en su génesis
venían del “pulp” o que habían heredado su estilo, se transformaron en escritores
de aventuras. Julio Verne, Sir Walter Scott, Edgar Alan Poe, Alejandro Dumas, Stevenson...
¿Hasta dónde podríamos seguir? Grandes escritores que supieron dar cuerpo,
estilo y espíritu a sus historias. En medio de la difícil selección, surgió lo
que entendemos por el PULP actual. Posiblemente uno de los espermatozoides que
lo engendró fuera el de Wilkie Collins con “La piedra lunar”. Se creó la novela
popular detectivesca. Conan Doyle, Agatha Christie, George Simenon incluso
Hemingway, “The Killers” es una novela PULP, y son obras muy bien escritas, ¿quién
lo va a dudar”? Poner más nombres, es correr el riesgo de olvidar a quienes no
merecen tal olvido. La novela “underground” americana, especialmente la surgida
de New York, abrió los ojos a un mundo más brutal de la calle, el lector se
veía más reflejado en estas historias o cuando menos, lo deseaba. Los “súper-héroes”
no han entrado tanto en los textos novelados, son más del mundo del cómic, más
visual, más emocional. El lector de la novela, mentalmente se integra más en el
texto de la narración en que se sumerge. La transformación de las aventuras de
género en libros de bolsillo fue y sigue siendo un gran éxito, sería difícil
contar los ejemplares así editados que se han llegado a vender, de tal modo que
grandes obras literarias, para aumentar su divulgación y ¿por qué no decirlo?,
para sacarles mayor rendimiento económico, las han editado en versión libro de
bolsillo. Y las historias de toda clase de géneros quedan al final mezcladas en
los estantes de las librerías, donde a
la novela de género se le ha terminado dando el lugar que le corresponde como
obra literaria bien escrita. No se puede ignorar que en cualquier anaquel de
exposición de libros los habrá muy buenos y muy malos, o simplemente libros
cuyos lectores no pasarán de las
primeras páginas, aunque autor y editor lleguen a creer que son obras
fundamentales para la cultura de la Humanidad.
Como siempre hay editores avispados que tratan de conseguir
más beneficios, surgió lo que se ha dado en llamar el “boom de los “BOLSILIBROS”
que comenzaron a editarse en diferentes y múltiples géneros. Son sencillamente Libros de Bolsillo, de tamaño
más pequeño y letra reducida, fáciles de llevar en un bolsillo o en un bolso de
mujer, difíciles de leer y sin embargo con un gran atractivo y éxito de ventas.
¿Por qué? Los escritores que se dedicaron al “bolsilibro” poseían una gran
imaginación a la par que una increíble rapidez para desarrollar sus historias
que entraban con gran facilidad en la mente y en la sensibilidad de los
lectores, les fascinaban hasta tal punto que ignoraban la dificultad de lectura
que representaba el tamaño de la letra o el papel que ya ni siquiera era de máquina,
sino reciclado. Generaciones de jóvenes se engancharon a la lectura, no se
perdieron como lectores como podía vaticinar el nacional-catolicismo imperante,
pues gran parte de esta generación lectora de bolsilibro, no sólo en España
sino también en toda Latinoamérica, luego seguiría leyendo durante toda su vida
lo que cayera en sus manos. Millones y millones de “bolsilibros” crearon a su
vez millones y millones de lectores que se aficionaron luego a estudiar, a ir a
las bibliotecas, incluso a escribir ellos también historias de aventuras. Decir
que en el mundo del “Bolsilibro” todo era bueno o todo era malo, es una boutade,
el cedazo del tiempo será el que dejará pasar por la trama metálica lo que ha
de caer en la fosa del olvido y retendrá lo convertido en “clásico”. El tiempo
le dará nuevos soportes de edición, la tecnología avanza, lo que fue innovador,
ahora es obsoleto, lo digital va dejando a Gutenberg para la historia. Pero,
las historias seguirán, estableciendo una simbiosis entre la imaginación del
narrador y la del receptor, creando historias, apuntando vivencias que ellos
nunca llegarán a vivir en su realidad.
He obviado los nombres de los más destacados escritores del
mundo del Pulp del “bolsilibro” para que nadie pueda reprocharme un olvido intencionado,
pero tales nombres han sido tan populares que ni siquiera es necesario
escribirlos porque va a ser muy difícil olvidarlos.
Sí deseo recordar a un buen número de Editoriales que
pusieron sus profesionales, las imprentas y su entusiasmo para editar los
“BOLSILIBROS”: Bruguera, Andina, Toray, Rollán,
Valenciana, Ferma, Astri, Torroba, Ediciones Olimpic… Ha habido más pero no soy
un historiador ni nada que se le parezca, sólo soy un escritor que ha caminado
por esos mundos de fantasía, un escritor que recibe muchos correos de lectores que
dan las gracias por los buenos ratos pasados, por haberles incentivado al mundo
de la lectura, y me siento orgulloso como la mayoría de mis colegas de que así
haya sido. Repito, hay que agradecer a las editoriales mencionadas por haber
participado en el mundo de los multi-géneros que han sido las novelas PULP.
Costa Daurada – 18 agosto 2014
©Ralph Barby