jueves, 8 de agosto de 2013

La verdad de la sangre

Durante la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961), dos muertes conmovieron a la sociedad dominicana. Se trataba de los jóvenes esposos Pilar Báez y Jean Awad, cercanos al círculo de Angelita Trujillo, la hija mimada del dictador, y su entonces esposo, el sádico Luis José –Pechito- León Estévez. Desde el momento del extraño fallecimiento de Pilar, al dar a luz a su única hija, comenzó a oírse sotto voce que la causante de esa muerte no era otra que Angelita, enamorada de Jean Awad. Nueve meses después, Jean perdería la vida en un supuesto accidente de tráfico, paradójicamente con cinco días de diferencia con las Hermanas Mirabal, existiendo grandes similaridades entre ambos decesos. Luis José León Estévez no estaría dispuesto a permitir que su esposa lo sustituyera por el joven teniente, y de paso perder el poder del que disfrutaba debido a su parentesco con Trujillo.



La investigación para comenzar a escribir La Verdad de la Sangre fue ardua y laboriosa. Se necesitaba reconstruir de la forma más fiel posible la realidad que vivían los esposos Awad-Báez, por lo que no debía quedar ninguna fuente sin consultar. El libro, además de relatar la historia que aconteció, es una recopilación de indicios, pruebas y testimonios que concluyen que las muertes de Pilar y Jean correspondieron a manos criminales. En los testimonios de los testigos que durante cincuenta años no se volvieron a ver se puede apreciar coherencia a la hora de cotejarlos, pudiendo armar perfectamente el puzzle necesario para reconstruir ambos asesinatos. Las pruebas e indicios, de peso irrefutable como apunta el historiador Juan Daniel Balcácer, se presentan a modo de sobrada documentación, impidiendo que se pueda dudar de nuestra versión y desarmando así las mentiras que durante estos años han querido mantener personajes como Angelita Trujillo, Luis José León Estévez, Naya Despradel, Lorenzo Sención Silverio o Víctor Grimaldi; todos del mismo círculo y con lazos y/o intereses entre sí.

Pilar Awad y Eva Álvarez
Este caso llegó al foro de Ábrete Libro a colación del libro de Mario Vargas Llosa La Fiesta del Chivo. El Nobel peruano escribió dicha obra novelando a personajes reales y añadiendo otros inexistentes como Urania Cabral, Agustín Cabral o Henry Chirinos. Las inexactitudes sobre un momento tan delicado, así como su visión de la mujer dominicana, no fueron bien recibidos en el país caribeño. Es cierto que las novelas novelas son, pero entiendo que a los hijos de los Héroes les disguste que Vargas Llosa cuente lo que ocurrió en la Avenida, atribuyéndoles además palabras malsonantes, cuando nadie más que ellos sabe lo que pasó y Antonio Imbert, el único sobreviviente hoy, asegura que no se habló de nada. Comprendo que a Rosita Perdomo, en el libro Rosalía, le ofenda que se levante una calumnia contra su honor afirmando que le pasó por encima toda la Cofradía de Rhadamés Trujillo, cuando ella sólo se acostó con Ramfis y de forma voluntaria. De igual manera entiendo que expresiones como afirmar que Miguel Ángel Báez Díaz –padre de Pilar Báez– se presentó en un Peugeot en el que no cabía no tienen lugar, porque Miguel Ángel no era gordo; tampoco nadie se refirió a él de forma despectiva, pues era uno más en el complot al ser primo de Juan Tomás y Modesto Díaz y tratarse con ellos, como expresó durante las posteriores torturas, como hermano.

Por estos motivos entre otros, la obra de Vargas Llosa creó un gran malestar social en República Dominicana.

En 2010, Pechito León Estévez perdió la vida a manos asesinas -las suyas propias- suicidándose a destiempo. Vargas Llosa escribió un artículo en el periódico El País titulado La Muerte de un Pimpollo, dónde se refería al asesinato de Jean Awad Canaán por órdenes de Pechito como inverificable leyenda. Continuaba haciendo alusión a la hija de aquel teniente, Pilar Awad Báez, debido a que en aquel tiempo ésta se reafirmó en los medios de comunicación en que sus padres habían sido asesinados.

La investigación para La Verdad de la Sangre estaba en curso, aunque no a término, por lo que no podíamos contestar en dicho momento a Vargas Llosa pese al coraje que sentíamos.

Eva Álvarez y Mario Vargas Llosa


El pasado mes de junio, diez días antes de la puesta en circulación de nuestro libro, Pilar y yo nos entrevistamos con él en Holanda, informándole de que la inverificable leyenda por fin iba a ser verificable. Fuimos sinceras, expresándole nuestra disconformidad, a lo que Vargas Llosa se mostró receptivo y amable. Nos despedimos de él prometiéndole un ejemplar para que pudiera comprobarlo con sus propios ojos. He de reconocer que su categoría para aceptar las críticas mejoró considerablemente mi imagen sobre su persona. Vargas Llosa fue un caballero y nos trató en todo momento con mucha altura.

¿Quién nos iba a decir que sólo La Verdad de la Sangre reuniría a tantas personas como La Fiesta del Chivo en su puesta en circulación? Nos sentimos completamente desbordadas. Las felicitaciones no cesaron, los libros se terminaron y se trató de un día inolvidable y emotivo. En ese gran momento nos acompañaron personalidades de la talla de Leandro Guzmán –mi amigo del alma y viudo de María Teresa Mirabal-, Sina Cabral –luchadora antitrujillista, encarcelada y torturada por Trujillo-, distintos integrantes del Movimiento 14 de Junio o destacados periodistas, diplomáticos y políticos. Tampoco faltaron los hijos de los Héroes del 30 de Mayo y de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo.

Un mes después de la presentación, íbamos por la segunda edición y La Verdad de la Sangre estaba el tercero en la lista de libros más vendidos de No Ficción.

En la Librería Cuesta

¿Cómo imaginar tanto éxito? Realmente, nuestro mayor premio es que la historia le llegue a la gente, que sea conocida y ante todo, que otras víctimas de abusos dictatoriales se animen a contar también su historia. De momento y en privado, distintas personas nos han confiado las suyas: escalofriantes.

Para condenar a Pechito es tarde, aunque no fue por falta de esfuerzos y en 2007 la querella en su contra por crímenes de lesa humanidad se guardó en un cajón. Uno de los testigos salpicó a un pariente de alguien muy poderoso y de aquello no se volvió a saber más.

Angelita sigue viva en Miami, con su maldad intacta y tratando de que su hijo pueda hacer carrera política en República Dominicana para reinstaurar los escalofriantes ideales trujillistas, pese a que las leyes dominicanas lo prohíben terminantemente. Si queda impune, si no va a la cárcel, que al menos el mundo sepa lo que hizo y la condena moral internacional recaiga sobre ella.

Fdo: Eva Álvarez
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