miércoles, 17 de junio de 2009

Una nueva forma de ver la Feria del libro: Cronopio nos cuenta


Como novato, durante estos últimos días he participado en mis primeras quedadas foreras de la Feria del Libro. No era la primera vez que me encontraba con otros foreros; ya estuve en la presentación de 1969 y en la cena del Día del Libro, allá por el 23 de abril. Sin embargo, las de la semana pasada tuvieron un sabor especial.Aunque la quedada oficial estaba fijada a las cinco de la tarde, el sábado seis de junio, mi día más forero, empezó a eso de las doce de la mañana. Un poco después de esa hora comenzó el concierto del coro gospel de la Complutense, en el recinto de la feria y en el que participaron tres ilustres del foro: Merridew, Felicity y Arwen_77. No sé mucho sobre música y carezco de conocimientos para extenderme en una larga crítica musical, al estilo de mis más famosos mensajes; apenas escribiré, pues, que fue un acontecimiento fantástico, gran preludio a lo que vino después. En el repertorio hubo de todo: desde clásicas canciones gospel a un éxito de U2, pasando por Beethoven y Leonard Cohen. Y aunque me quedé con las ganas de escuchar las voces de Feli y Arwen en solitario, sí que pude disfrutar de la potente y viril voz de Merridew: un lujo.Por la tarde, me incorporé al grupo sobre las seis y media de la tarde. Les encontré en una de las terrazas de la feria, disfrutando de cervezas y otros refrescos. Merece la pena destacar que malgasté unos centimitos en telefonear a Arwen; si hubiera avanzado apenas veinte metros más me habría encontrado con todo el grupo.No escribiré un listado de todos los asistentes porque seguro que me olvidaré de alguno. Nombro aquellos con quienes intercambié unas palabras por primera vez: Irene, Teffi y su chico, Sueño_sombra, Pulpiseven, Patrick y Milo (creo; si alguien no se encuentra en la lista, que me perdone).Un ratito después de llegar, me uní a la expedición que se dirigió a la caseta donde estaba firmando Jorge Magano, forero Azcárate, y a quien por megafonía se anunciaba originalmente como "Jorge Magana". Hasta allí llegamos hablando de todo un poco; recuerdo que entre Feli y Milo intentaron explicarme quién es... ¡se me ha olvidado!: una especie de periodista deportivo que se lió o casó con alguien y que acostumbra a acudir a los curiosamente llamados "programas del corazón". Nos demoramos un poco, pero al final arribamos a nuestro destino: allí estaba el ínclito Jorge "Magana", quien, según cuentan, firmó hasta en los albaranes de la caseta. Y sin avanzar un paso de más, tuvimos el placer de conversar con Javier Ruescas, forero Atreyu, a quien había conocido, semanas ha, en la entrega del Premio Primavera de novela. Encuentro del cual, es de justicia recordarlo, salí con una bonita chapa de "Cuentos de Bereth", ópera prima del autor.Poco después, llegó la hora de poner rumbo al restaurante. Resultó laborioso, pero, al final lo logramos. A mitad de camino se nos unieron unos pocos grandes escritores, como Nelly, Olga y Barsabá.Ahora sería el momento de escribir una divertida crónica sobre lo que se habló durante la cena. Desafortunadamente no puedo hacerlo. Distribuir a treinta y cuatro comensales es siempre una tarea difícil; ni en las protocolarias, elegantes y monárquicas cenas de Palacio se consigue que cada invitado converse, siquiera durante breves instantes, con todos los demás. El lugar que elegí adolecía, además, de un grave inconveniente: estaba en el medio, razón por la cual tendría que haber levantado a medio foro para alcanzar el otro extremo de la mesa. Me limitaré, por lo tanto, a unos trazos impresionistas sobre lo que ocurrió a mi alrededor; antes, empero, debo mencionar a Artemisa: no por el absurdo compromiso que adquirí con ella (no daré muchos detalles; basta decir que son cuatro folios de asunto), sino por su extraordinaria labor organizadora.A mi alrededor se encontraban Milo, Barsabá, Jerom, Nosequé, Teffi y Aquiles; también las repudiadas croquetas, las ensaladas, las tostas, las gambas y los tubos de agua y cerveza. El compendio de todo lo cual resultó inolvidable. Quizá la conversación no resultó lo intelectual que cualquier espontáneo habría esperado de tan excelso evento: se habló de fútbol y de sexo; se profirieron comentarios vulgares y soeces; se atropellaron las carcajadas que espolearon las lágrimas; apunto estuvo de producirse alguna embolia... Por justicia debo destacar el protagonismo de Barsabá; si sus novelas (que reconozco no haber leído... aún) son tan entretenidas y divertidas como su conversación, un gran éxito como escritor le espera. Y también tengo que hablar de Milo: ese grandísimo forero que aparenta cualquier cosa menos su edad: catorce años repartidos en metro ochenta de altura, una intrigante y pícara mirada, y un intelecto que ya quisieran muchos que le multiplican por varios enteros la edad. Poco importa que Feli se escandalizara de vez en cuando por nuestra conversación; ya se sabe: el fútbol es así y no hay enemigo pequeño.No sé si mezclo la cena con el camino al siguiente bar. Unos cuantos se quedaron en el camino; a cambio se nos unió Merridew. Allí comenzaron la noche y las copas, que se alargaron, según me cuentan, hasta que la luz del sol ya había cegado quemado el blanco moteado de la luna. De todo lo que ocurrió desde que salimos del restaurante hasta que, junto con Nelly y pasadas las cuatro de la mañana, me encaminé a los dominios de la diosa Cibeles, recuerdo más risas, unas pocas historias que quedarán en mi memoria y, sobre todo, el inolvidable regusto de una grandísima quedada. He acelerado el final porque la extensión de esta crónica está ya excediendo lo razonable y aún quiero escribir unas pocas palabras sobre el jueves. Nos encontramos en la Puerta de Alcalá y desde allí nos dirigimos al Café Valdés de la calle Serrano: la jefa Lucía, Arena, Albertini, Felicity, Arwen, Ivanovich, Mar (la chica del pelo rojo cuyo nick forero no recuerdo) y los, nuevos para mí, Angel_caído, Naide y Fley, afamado éste por sus relatos y su buen porte. Un rato después se nos unieron Merrydew y Nelly, que iba muy bien acompañada. Y, ya en la Feria, nos encontramos con Pulpiseven, también muy bien acompañado por un tal Sise, a quien menciono porque es un viejo amigo con quien había perdido el contacto. Más o menos los mencionados (unos se fueron antes que otros) recorrimos otra vez la feria y acabamos de tapas a veinte metros de mi casa, en una terraza a la que no volveré, después de que tuviéramos que aguardar tres cuartos de hora para que nos trajeran cuatro calamares mal rebozados. No doy muchos más detalles porque, como se dice popularmente, ya me he pasado siete pueblos. Sólo me entretengo para concluir que fue otra gran tarde, que espero que sea tan sólo un prólogo a todo lo que queda por venir.Saludos, abrazos y besos (que cada uno elija lo que prefiera) para todos los foreros.


Cronopio

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Estuviste en una quedada forera el 23 de abril de 1969?

Es broma... Pero quien no se haya enterado de que anda por ahí un libro titulado 1969 es lo que entiende al leer el mensaje.

Soy Rosina